LA HISTORIA NO SE OLVIDA, FELIZ 28

Probablemente al escuchar al zambo Cavero mientras se disfruta de un cebichito, un 28 de julio, nos emocione y despierte nuestro patriotismo a flor de piel. Recordar el día de la Independencia proclamada en 1821 nos traslada a la historia del Perú y a conmemorar a los héroes de la patria, como Miguel Grau Seminario, el Caballero de los Mares, quien dio su vida por el Perú y murió heroicamente en el combate de Angamos. Recordar a Francisco Bolognesi Cervantes, admirable héroe, que murió en la batalla de Arica cumpliendo su célebre frase: “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”. José Olaya Balandra, participó en la lucha por la independencia, fue apresado y torturado, pero no se amilanó ante el dolor. Su última frase fue: “si mil vidas tuviese, gustoso las daría antes que traicionar a mi patria”. Entre otros que nos enorgullecen.

A la misma vez, debemos reflexionar al recordar los actos repudiados que marcaron la historia del Perú. Debemos decirlo, para no olvidar y para evitar que se repita.

Para el historiador Alfonso Quiroz, en su libro Historia de la Corrupción, el Perú ha sido saqueado desde mucho antes del grito de libertad, la corrupción ha mutado, se ha ido adaptando a los cambios propios de las circunstancias, cada vez tomando mayor firmeza. Sostiene que la corrupción siempre estuvo en la gobernabilidad pública y las políticas de desarrollo.

“El legado de la corrupción colonial siguió bajo las nuevas condiciones institucionales posteriores a la independencia. Un contrabando arraigado, diversos aspectos que minaron las bases de una nueva República. Los vínculos entre las camarillas gobernantes y unos cuantos intereses extranjeros contribuyeron a una extensa corrosión en medio del frenesí de la malversación de recursos públicos”.

Mientras se aproximaba el grito de libertad, el fraude y el contrabando proliferaban sin control. A fines de 1821, se acusó a autoridades provinciales de corrupción. El primero en caer fue el capitán Juan Delgado, comandante militar y teniente gobernador de Sayan en la provincia de Chancay.

La situación era incontrolable y las medidas de lucha contra la corrupción eran débiles. Fueron pasando los años y, llegó el centenario de la independencia en 1921. Era el gobierno de Augusto B. Leguía. Un gobierno dictador y populista que entregó el Perú a Estados Unidos, alargó su mandato cambiando la Constitución en 1920. Creó el Banco Central de Reserva (BCR) y entregó la administración económica del Perú a Estados Unidos. Exoneró de impuestos a empresas estadounidenses instaladas en Perú, mientras estas empresas extraían materia prima que se llevaban, gratis. Para prolongar su gobierno entregó casas y dio trabajo a la clase media, asegurando sus votos porque sólo los alfabetos podían sufragar.

El gobierno de Leguía, fue tan populista y manipulador que tenía controlado a todos. Para evitar protestas y manifestaciones de la clase baja (indios, obreros), les ofreció tierras. Lo mismo con la clase alta, los controlaba con la dación de agua, siendo los oligarcas productores. Tenía controlado al Poder Judicial, al Poder Legislativo. Nos sumergió en una deuda externa exorbitante.  Por si fuera poco, entregó nuestro territorio peruano a Colombia por el norte y a Chile por el Sur, aquí perdimos Tarapacá. Tiempo después se demostró que recibió millones de dólares para firmar los tratados que permitieron esas entregas.  Las acusaciones por diversos actos de corrupción no tardaron y fue arrestado, se convirtió en el primer presidente que murió en la cárcel. Así se recibió el centenario de la independencia.

Cien años después, el bicentenario. Estamos a un año de cumplir los 200 años de la independencia y un 28 de julio, es propicio para reflexionar. Hoy cumplimos 199 años del grito libertador de la monarquía española. Te preguntarás, ¿acaso en 200 años no se ha podido crecer como país, libre e independiente? ¿No pudimos salir de ser un país subdesarrollado, con tanto potencial en agricultura, materias primas, exportación, diversidad cultural, gastronómica y turismo? ¿Qué se ha hecho?

El Perú firmó tratados, acuerdos y convenios con lineamientos en políticas del Estado con el fin de reducir la corrupción, la pobreza, la desigualdad, etcétera. Allí están el Acuerdo Nacional; la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción (CAN), Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y más. Lamentablemente, los resultados no se perciben. El Perú firmó el Plan Nacional de Integridad y Lucha contra la Corrupción 2018- 2021, quedó sólo en el papel, luego que la Defensoría del Pueblo emita informe que, hasta diciembre de 2018, se han contabilizado 42, 759 casos de personas procesadas por corrupción en el país. (última estadística) 10 mil casos más que en 2016.

La corrupción siempre ha sido más que cualquier medida que el gobierno emplee, duele decirlo. Porque está cimentada en las instituciones públicas. Démosles un vistazo a los últimos presidentes.

El autoritario Alberto Fujimori y sus mañas por permanecer definidamente en el poder, aquí recordamos los vergonzosos vladivideos y sobornos. Alan García recordado por los narcoindultos, perseguido por su propia conciencia acabó con su vida, se le imputan un rosario de delitos que Fernando Olivera se los cantó en transmisión en vivo, los mismos que llegaron a los tribunales. Alejandro Toledo, recordado por el caso ecoteva, pero no es el único, también tiene su lista de procesos, tan graves que prefirió irse a Estado Unidos, intentó evadir su detención. Ollanta Humala, estuvo preso junto a su esposa cumpliendo detención preventiva, por el delito de lavado de activo, su proceso continúa. Pedro Pablo Kuczynski, cuestionado por su empresa Westfield Capital, que recibía dinero de Odebrecht mientras era ministro, ahora cumple arresto domiciliario y sigue investigado. Todos tienen en común la corrupción que brotó en sus gobiernos. El Caso Lava Jato, los une a todos. Desde que se reveló que los presidentes del Perú, recibieron sobornos desde sus campañas políticas a cambio de la ejecución de obras con la constructora brasileña Odebrecht.

Marcelo Odebrecht reconoció el pago de 29 millones en sobornos a funcionarios de gobierno peruano entre los años 2005 y 2014. Los sobornos alcanzan a los ex presidentes, Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala, se les acusa de haber recibido 20 millones, 1 millón y 3 millones respectivamente. A eso se suman 8 millones para la adjudicación del Metro de Lima y 4 millones por el proyecto Costa Verde.

Según la Contraloría, entre 1998 y 2015, Odebrecht participó en 23 proyectos por un monto de 16 mil 940 millones de dólares, que implicó un perjuicio de 283 millones de dólares al Estado Peruano. Entonces cómo nos encuentra el bicentenario, siglo XXI:

Con un Sistema Judicial corrupto, se develó gracias a los Cuellos Blancos. Se trajo abajo a todo el Consejo Nacional de la Magistratura. Un sistema de Salud, paupérrimo, con hospitales precarios sin capacidad de infraestructura; equipos obsoletos y recurso humano insuficiente; develado por la Pandemia Covid-19. Un sistema de Educación, tristemente pobre, con brechas enormes de telecomunicación digital, sin infraestructura y docentes con sueldos bajos. Un sistema económico endeudado, desde que se inició el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra, la deuda pública ha aumentado en S/ 55,000 millones, es decir nada menos que 17,000 millones. 

Según cifras del Banco Central de Reserva (BCR), el gobierno de Martín Vizcarra, recibió una deuda pública de alrededor de S/ 142,000 (julio 2016) y la ha incrementado, alegremente y sin mucha responsabilidad, a casi S/ 197,000 millones (agosto 2019).

La Ley de Transparencia como parte de la lucha contra la corrupción, ha sido un saludo a la bandera. La Contraloría es insuficiente, no alcanza a todas las instituciones públicas y no tienen facultad sancionadora. El Sistema Judicial ensombrecido por audios y videos no sólo repudiables, sino hasta delincuenciales. El Ministerio Público y el Poder Judicial, han demostrado manipulación y precio en su actuar. Con honrosas excepciones, contaditas.

La Policía Nacional del Perú, institución de valentía y honor, ha sido sacudida y menoscabada por malos elementos desde generales, coroneles y suboficiales corruptos. Denigran el uniforme de una gloriosa institución. Las inspectorías de cada jurisdicción hacen caso omiso y no funcionan con rigurosidad. Espíritu de cuerpo que debilita cada vez a la PNP. Otra vez, con honrosas excepciones.

Instituciones autónomas, como la Defensoría del Pueblo, hacen su trabajo emitiendo informes incansables para corregir, sancionar o en su defecto respetar los derechos de los ciudadanos. Lamentablemente, nadie les hace caso. No tienen facultad sancionadora.

Así llegamos a los 199 años y en poco al Bicentenario de la República. La corrupción ante todo es un mal sistémico, cuyos principales aliados son la falta de memoria y la impunidad. Es necesario recordar y conocer el impacto real de la corrupción en nuestras vidas.

#LaHistoriaNoSeOlvida

#QueLaHistoriaNoSeRepita 

Lic. Luz Mery Canales Trillo

Periodista

CPP N° 271

 





Fuente. BCR



Sobornos revelados por Odebrechet a presidentes peruanos


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