DESAFÍO POST BICENTENARIO
Cuando proclamó la independencia, el
general José de San Martín, enunció el fin del dominio español sobre Perú. El
libertador, con esa declaración hizo el llamado para soñar con un país libre e
independiente. Libre de sumisión y la opresión en la que vivíamos sometidos.
El grito de victoria fue “por la voluntad de los pueblos, el Perú es libre”. San Martín reconocía que era la voluntad popular la que exigía y celebraba la independencia. Se presume que los libertadores y pueblo peruano de entonces, creían que con el grito de independencia el Perú sería una república que avance hacia un futuro soñado, sin desigualdades, con oportunidad para todos, con crecimiento económico y desarrollo para los pueblos de costa, sierra y selva. Un país que, hasta hoy, seguimos soñando.
De acuerdo al CEPLAN, la tarea para el
bicentenario era fortalecer los derechos fundamentales y la dignidad de las
personas; mejores oportunidades y acceso a los servicios; un Estado y
gobernabilidad atento y dispuesto al servicio; mejor economía, competitividad y
empleo; desarrollo regional e infraestructura; mayor atención en los recursos
naturales y ambiente. Estos ejes de trabajo no llegaron a la meta por diversos
factores conocidos en la administración pública. Además, de un factor externo
como la pandemia, que clarificó las deficiencias y el escaso avance a lo largo
de tantos años como república.
Llegamos a los 200 años, muy golpeados.
El país a soportado no solo la corrupción; el saqueo de sus recursos, la
explotación de sus yacimientos, la contaminación de sus ríos, bosques, mares;
las brechas sociales como discriminación y desigualdad que increíblemente se
mantienen. Llegamos con el último quinquenio más convulsionado que los
anteriores. Con cinco presidentes y cuatro en menos de una semana. Con una
crisis social e inestabilidad política calamitoso. Para variar, un virus que se
extiende matando gente. Nos encuentra desarmados; sin hospitales, sin colegios,
sin conectividad, sin empleo; fundidos en desconcierto e incertidumbre. Pero
allí está el Perú, de pie. Resistiendo.
Que esta fecha tan importante, sea
motivo de reflexión. Qué país queremos y cómo contribuimos a ese objetivo. La
Constitución faculta en su artículo 31 la participación ciudadana en asuntos
públicos. No solo critiquemos o cuestionemos, no solo es ir a votar. Seamos
parte de ese cambio que soñamos. Involucrémonos como ciudadanos a fiscalizar, a
cuestionar a exigir que el servicio llegue sin distinción a todos los peruanos. Analicemos
el camino transitado, identifiquemos los errores y avancemos como país. Sin
distinción ni polarización por política ni ideológica. Todos somos Perú.
Hagamos de este país el que queremos para nuestros hijos y nietos.
Hay mucha tarea pendiente, mucho que
hacer por la identidad nacional, eliminar la conflictividad social, concretar
la reforma política, el proceso de descentralización. Sin duda la participación
de la mujer ha sido preponderante en los últimos años, su colaboración ha sido
trascendente. Marquemos los hitos históricos más importantes post bicentenario.
Es hora de los jóvenes, el rumbo del país caerá en sus manos. Reforcemos sus
capacidades para sumar en este sueño de construir un mejor Perú.
En las últimas elecciones, se
visibilizó las desigualdades sociales, el clasismo, racismo y discriminación
hacia un sector. Diferenciemos, una contienda política debe debatir ideas no
lanzar insultos. La mediocre descentralización, el ausentismo del Estado en los
rincones del país, fue lo que llevó a Castillo a ser presidente del Perú, sin
un claro criterio de gobernanza, impreciso e inestable de sus afirmaciones.
Cambiante en el tiempo. Es incierto lo que ocurrirá el próximo quinquenio, pero
no es motivo de alarma ni de miedo. Existen tres poderes del Estado, el
Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Creados para generar el equilibrio y los
límites de cada uno, ninguno es sobre el otro, los tres están en el mismo
nivel. Incluso si se pretendiese cambiar la Constitución, debe seguirse lo
establecido en el artículo 206 de reforma constitucional, pasa por el Congreso
y ser ratificada a través de un referéndum. Dejemos el temor de lado y estemos
atentos, vigilantes y sobre todo partícipes como ciudadanos en los tres niveles
de gobierno; distrital, provincial; regional y nacional.
Finalmente, quiero invocar a todos los
lectores de mis columnas, a visionar un mejor Perú. Tengamos esperanza en un
cambio generacional. Mantengamos una visión de país integral y trabajamos para
ello. Somos un país muy rico, lleno de biodiversidad. Es momento de cambiar el
sentido de la historia, no permitamos que se generalice la resignación y se
normalice la podredumbre institucional. Los jóvenes tienen la tarea. Apostemos
por un cambio generacional para que el Perú sea libre e independiente por la
voluntad general de los pueblos, por la justicia de su causa que Dios defiende
y por la valentía de su gente. ¡viva el Perú!
Luz Mery Canales Trillo
CPP N°271
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